Heridas y cicatrices que limitan nuestro entrenamiento

Heridas y cicatrices que limitan nuestro entrenamiento

Cada célula en el cuerpo humano responde de un modo autocrino o paracrino a estímulos, en consecuencia, afecta a órganos y estructuras que con los que se comunica de alguna u otra manera aunque aparentemente estén alejados entre sí. Lo mismo ocurre con la piel. De hecho, cuando la integridad de la piel ha sido alterada, o cuando se altera su proceso de curación, se convierte en una fuente de síntomas que no son meramente cutáneos.

¿Qué es la piel?

La piel es un órgano que tiene diferentes funciones además de las conexiones con el sistema nervioso central y periférico. Las cicatrices y heridas pueden producir trastornos posturales y de otra índole (motores, sensitivos…) que no se limitan a la zona donde se encuentran, sino que por su interconexión con las fascias subcutáneas podrían alterar otros más alejados.

La piel, con alrededor de 1,8 m2 de superficie, es uno de los órganos más grandes del cuerpo humano y es la más expuesta al medio ambiente. Está sujeta a un intercambio continuo de información que la hace ser siempre eléctricamente activa y enviar y recibir información de todo el cuerpo. Por tanto, es un error pensar en la superficie cutánea como algo inmutable; por el contrario, siempre está cambiando y participa directamente en la homeostasis del cuerpo humano.

Debajo de la piel hay una capa adiposa e inferior a ésta nos encontramos con la fascia, que debe ser considerada como una hoja de tejido conectivo que cubre varias áreas (como la piel fina que recubre una pechuga de pollo, por ejemplo).

fascia-muscular

La fascia rodea y conecta cada músculo, incluso la miofibrilla más pequeña, huesos, nervios, y cada órgano único. De esta manera forma un sistema fascial que permite definir el concepto de “continuidad corporal”. Cada región del cuerpo está conectada a otra.

Cicatrices

Las cicatrices aparecen después de traumas, cirugía o quemaduras. El proceso de curación de la superficie de la piel comienza con la lesión, cuando el sangrado transmite los elementos sanguíneos al área de la lesión (plaquetas sanguíneas, fibrina, fibronectina, glicoproteína), tratando de producir una vasoconstricción.

A medida que el tiempo avanza y se siguen los cuidados óptimos para tratarla, se llega a una última etapa de la curación, denominada remodelación. Dicha situación puede durar años y depende del tamaño y la naturaleza de la herida.

En ella, el colágeno tipo III que inicialmente hubo en la zona, se sustituye por colágeno tipo I que carece de un orden específico (como si ocurría con el colágeno tipo III) y es más pequeño que el colágeno de la superficie de una piel sin daños. Esto se traduce en más fuerza (resistencia) pero menos elasticidad.

Cuando la dermis y la fascia se ven afectados por cicatrices, estas estructuras se alteran, y su función y la capacidad de interacción con el entorno externo e interno pueden disminuir. La fascia es rica en corpúsculos (aparato de Golgi, de Pacini y los corpúsculos de la Ruffini), con propiedades propioceptivas función nociceptiva (sensación del dolor). Además, el tejido fascial está hecho de fibras contráctiles, que posiblemente, puede producir espasmos y consecuentemente disfunción y dolor.

Mayores problemas

Si las fibras contráctiles de la fascia adquieren menor elasticidad a lo largo del proceso de curación, la tensión (tirantez) se convierte en un factor que predispone la aparición de problemas.

Como dato curioso, la parte anterior del pecho, los hombros (especialmente la zona escapular), el bajo vientre, y los lóbulos de las orejas son las zonas donde más se han reportado este problema como doloroso pues dichas zonas parecen tener una especial dificultad en el drenaje linfático en comparación con otras, pero todavía no se sabe si esta es la razón de que puedan causar más daños o no.

La fascia tiene una alta densidad de terminaciones nerviosas pertenecientes al sistema simpático, y de acuerdo con algunos estudios en ratas, también podría tener una inervación metamérica, correspondiente a la musculatura subyacente.

Por lo tanto, una sección de piel afectada por una cicatriz transmite, a través del sistema nervioso simpático, la información química y metabólica a las neuronas medulares y las interneuronas del nivel metamérico relacionado (músculo esquelético). Esto afecta a otras motoneuronas o neuronas sensibles al mismo nivel. Tanto ipsilateralmente como contralateralmente y llevando el síntoma del dolor o limitación funcional a una zona distal.

Cuerpo humano

Un ejemplo práctico: herida o cicatriz en el tobillo

Una herida o una operación quirúrgica pueden reducir el movimiento del tobillo o causar otros problemas en las capas subyacentes. Desde la piel hasta el hueso, a partir de la fascia en el tejido nervioso.

Herida tobillo

Cuando el paciente camina, no sólo el tobillo no trabaja de acuerdo a un patrón motor fisiológico por el dolor y la incapacidad que se tiene. Los impulsos aferentes (enviados al sistema nervioso central) serán alterados, al igual que los eferentes (impulsos que regresan al tobillo procedentes del SNC) y todo el sistema motor intermedio. Son perturbaciones de ajustes posturales y la postura en general.

Dentro de ese sistema motor, la musculatura espinal está implicada. Concretamente, se ha experimentado hipertonicidad de la zona que coincide con la inervación metamérica a la altura del nervio ciático. Es el nervio principal que a la altura de la rodilla lanza su rama peronea hacia el tobillo. Ello puede suponer, entre otros problemas:

  1. Un mal funcionamiento del diafragma respiratorio debido a la rigidez de la columna vertebral lumbodorsal. Se debe a que el músculo principal de la respiración está estrechamente conectado.
  2. Irritación y dolor de espalda por atrapamiento del nervio.
  3. Alteraciones estructurales y del movimiento en los hombros. Considerando al sistema fascial como el tejido vivo que permite la comunicación entre todo el cuerpo. Una cicatriz en el tobillo crea una adhesión a nivel de las fascias tibial, glútea y toracolumbar. Ésta aporta estabilidad y control a toda la columna. Puede suponer la consiguiente aparición de dolor de espalda o disfunciones en los hombros. thoracolumbar
  4. Disfunción visceral. Los nervios esplácnicos pasan a través del diafragma. La función se podría haber visto alterada de tal manera que el problema cicatricial podría enviar información patológica a la médula y afectar al sistema visceral. Eso puede generar, por ejemplo, colitis crónica.

Entrenar la piel

Como hemos podido ver, un síntoma no surge necesariamente donde comienza el problema. Puede ocurrir en sitios distantes, porque el cuerpo es una entidad única. Es difícil pensar que una limitación de dorsiflexión del tobillo por una cicatriz podría afectar a la movilidad del hombro.

Comprobar las cicatrices es aconsejable, incluso cuando parecen ser normales e hipotónicas al tacto. Y es que su actividad eléctrica es mayor que la actividad eléctrica registrada en presencia de piel no dañada. La hipertonicidad que ello genera en otras zonas del cuerpo podría ocasionar patologías biomecánicas. Es decir, que limiten el entrenamiento e incluso la calidad de vida diaria.
Entrenar la elasticidad del tejido cicatricial y/o el rango de movimiento de la articulación afectada es un recurso inteligente.

Problemas cuerpo humano por heridas

Fuentes Bibliográficas

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Sobre Javier Colomer
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